lunes, noviembre 12

La ciudad tiene mucho que decir

Pero yo prefiero escuchar el mp3.


El gordo y el flaco

El pelado raquítico, cojeando, mueve su ávida mirada entre la gente mientras planifica su viaje. Finalmente decide esconder los parchecuritas en el bolsillo y, en un acto de choreza absoluta, se sienta a contar sus monedas.
El policía rechoncho, que acaba de llegar ostentando sus grandes facciones alegres, es probablemente más flojo, o incluso bondadoso, que tonto.




Hoy vi a la misma señora que había visto resistir tantos inviernos sentada y sonrreí de antemano. Cuántas veces le pasé el dato "Quédese el martes que hay un acto en el colegio".
Cuando la saludo "No me diga!" se da vuelta empapada en lágrimas. Y su dolor era físico después de todo. El dolor que más le dolía era el de la vejez de sus huesos cansados. Y es el dolor que menos entiendo, del sin número de dolores que sufre a la vez.




Ok, un cuentecillo del transantiago, que tanto les gusta comentar (A pesar de que no es gringo)

Llevábamos, como de costumbre, un buen rato esperando. Hasta que la ansiada troncal apareció. Nos abultamos a la calle y levantamos la mano con todo el optimismo.
Por desgracia el carril derecho lo ocupaba en ese momento una procesión fúnebre.
Seguimos haciendo lo que sabíamos hacer.

3 comentarios:

RoB dijo...

jajajajajaja nadie quiere publicar comentarios, no te conviene dividir en tres partes

Kroznik dijo...

la cagó

terrible de inpopular xD

azulo dijo...

Entre mas largo el post, menos comentarios